Tuesday, February 28, 2006

Messi

Que terminara diciendo la historia sobre el?
Es realmente un gusto poder verlo. Tratar de ver un partido de Barcelona porque el o Ronaldinho pueden hacer magia, hacernos disfrutar de la belleza del juego. Encima muestra una garra que contagia, no se acobarda y parece muy ubicado respecto a su cabeza. Probablemente sea un astro durante los proximos anios.
Ahora bien, como soportara la presion de ser Maradona? Lo lograra?
COmo sera en el mundial? Explotara?
Que bueno para los que nos gusta el futbol poder tenerlo. Ojala dure mucho.

Monday, February 20, 2006

Vivir Corriendo

No por conocido este tema no es muy bueno el articulo de Santiago.

Vivir corriendo

Por Santiago Legarre Para LA NACION


En un pasaje de la película Antes del amanecer, el personaje encarnado por Ethan Hawke reflexiona acerca de las supuestas ventajas de la tecnología, que permite ahorrar tiempo: tareas que demandaban mucho ahora se hacen en un santiamén. Sin embargo, piensa, la gente usa después el tiempo ahorrado? para volcarse inmediatamente a hacer más cosas, y más, corriendo. Pienso que cuando alguien comienza a experimentar la sensación de prisa ha abandonado los años felices de la niñez, la adolescencia, la juventud. En esas edades no se sabe qué es vivir apurado. Se hacen las cosas alegremente, nunca corriendo. El apuro viene, lamentablemente, de la mano de la responsabilidad. Parecen dos caras de la misma moneda. Como el niño, el adolescente y el joven no tienen mayores responsabilidades -otros responden por ellos-, están relevados de las preocupaciones. Salvo, claro, esos pobres niños a los que la vida golpeó antes de tiempo. El apuro a veces va de la mano de la ansiedad, otro de los males que acosan al ciudadano global. Esa necesidad irrefrenable de tener siempre algo que hacer, de llenar obsesivamente todos los casilleros de nuestro día, no sea cosa que nos encontremos un momento sin nada entre manos y sobrevenga una depresión. Vivir sobre el filo de la navaja, sin ratos de solaz, saltando de una actividad a otra: el apuro es el signo de los tiempos. Estos fenómenos, sin duda, proliferan más en las grandes urbes, donde la gente corre para tomar el colectivo, o un taxi para no llegar tarde. E igual puede que encuentre un piquete y llegue tarde de todos modos, en Buenos Aires nunca se sabe. Sana ciencia, de difícil aprendizaje, la de un amigo que me dijo cierta vez que había decidido nunca más correr un colectivo: "Caminaré y esperaré a que venga el siguiente, siempre". Más. Cruzar la calle a mitad de cuadra, a veces entre paragolpes de autos amontonados (cuántas veces arriesgué quedar prensado); apurarse para pescar el semáforo, cuando quizá ya está en amarillo, y hasta puede que en rojo, un taxista ansioso nos insta a cruzar en infracción. Llegar a una cita corriendo, con el último aliento, sin un respiro. Es tanto más grato arribar unos minutos antes, ser uno el que espera, sereno, mientras observa con cierto alivio a los que llegan apurados. Para leer, para rezar Otra manifestación del apuro es querer hacer dos cosas al mismo tiempo: hacer una llamada mientras se lee un correo electrónico, teclear frente a la pantalla mientras se habla con alguien, que a veces es una persona querida. Escuchar música al tiempo que se hace la cama no es malo, pero ¿hace cuánto que no escuchamos música contemplando un punto en el vacío, o con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación placentera que producen los acordes? Leer el diario mientras se toma el desayuno -y tal vez volcar el café por mirar de reojo el papel-, incluso pensando que es uno de los grandes placeres de la vida: qué locos estamos. Obviamente, el apuro conspira contra la lectura. Para el hombre de hoy leer libros -especialmente novelas- es una pérdida de tiempo. La televisión es más aceptable, y en el cine, al menos hay imágenes que desfilan por la pantalla y un cóctel de sonidos embriagantes. Por eso tanta gente no puede soportar las películas lentas en las que el director se toma su tiempo para revelar la historia. Ni hablar de la oración. Para el hombre apurado -muchas veces creyente- rezar es algo casi imposible. Estar quieto mirando una nada aparente es un desafío a la paciencia. ¿Cuándo aprenderemos la sabiduría de "perder" el tiempo?

El autor es doctor en Derecho, en la Universidad de Buenos Aires.